Alianza Lima es conocido como el equipo del pueblo. Formado en la cuna de los barrios más pobres de la capital peruana. Practicando su mejor fútbol con los clásicos jugadores pisteros. Aquellos que sin importar la superficie de juego, tiraban los zapatos a un costado para pegarle a la pelota con los pies descalzos. Sin embargo, en los últimos once años, los "blancos", de la high life, han comandado el ataque de los íntimos. Desde goleadores del torneo nacional hasta llegar al viejo continente. Pero definamos, primero, el término "blancos". Blanco es toda persona cuya raza se caracteriza por el color pálido de la piel. ¿Ya lo entiende? Mejor, le ayudaremos a refrescar la memoria y los recuerdos, la mente. Así, usted recordará que los últimos cuatro mejores goleadores aliancistas fueron de tez pálida.
EL BOMBARDERO. En el año 1998 Alianza Lima compró a un jugador alto, de tez blanca, patilargo y que provenía del desaparecido club Deportivo Pesquero. Lo que nadie se imaginó es que aquel futbolista de ojos verdes estaría a punto de pasar el récord del máximo goleador extranjero de la mismísima Bundesliga. Sí, estamos hablando de Claudio Miguel Pizarro Bossio. Aquel año, Pizarro anotó nueve goles con la camiseta blanquiazul. Sin embargo, su mejor temporada en La Victoria fue en el 99. El chip cambió, dio un giro de 180 grados y, ese año, el bombardero marcó 18 dianas en 25 partidos. Lo que menos se imaginó Pizarro es que un día cualquiera del calendario un empresario alemán del Werder Bremen estaba siendo testigo, en Matute, de aquellos cinco goles que le clavó a Unión Minas por el Apertura del mismo año. Le bastó un partido para llenarle los ojos al teutón, coger sus maletas y volar hacia el viejo continente. ¿Y qué tiene que ver esto con lo de Blanco? Pues que, Claudio Pizarro, siendo un jugador perteneciente a un entonro social de clase "A", tiró por los suelos los veranos en Asia y se convirtió en un aliancista más del pueblo. Ya va uno.
EL FRANCOTIRADOR. Pocos lo recuerdan como un buen delantero en Alianza Lima. Sin embargo, su buen juego aéreo y sus goles hicieron de Roberto Silva un delantero peligroso en todas las áreas rivales. Hizo dupla con Claudio Pizarro en el 98 y su talento fue bien aprovechado por Sporting Cristal, que lo contrató para ponerse la "celeste" en el 99. Luego, llevó sus goles al Werder Bremen, Unión de Santa Fé (Argentina) y al San Luís de México. Por ello, Silva fue otro de los delanteros "blancos" que, con goles, conoció cara a cara el poder de la humildad. Eso lo trajo de regreso a Lima en el 2004 vistiendo esa misma camiseta que lo lanzó por la puerta grande. Ya van dos.
EL TANQUE. Con garra, potencia y goles. Declarado persona no grata por los hinchas de Sporting Cristal luego de estampar su firma por la "blanquiazul", Flavio Maestri, sin dudas, se ganó el cariño del pueblo victoriano a puro corazón. Fue criticado en el 2004 ya que solo anotó cuatro dianas. Sin embargo, tuvo su revancha en la temporada del 2006 y marcó 21 goles. Calló las críticas del Comando Sur y se lo metió en el bolsillo. Sin dudas que, aquel año, Maestri fue el principal artífice del campeonato conseguido por Alianza Lima. Y es que, Flavio aprendió a ser callejero, optó por la picardía y el sentimiento puro. A diferencia de jugar en Sporting Cristal, Maestri sientió lo que verdaderamente se siente ser querido y pedido por una hinchada. Se comió su conocido orgullo y depositó su fe en el pueblo. Con él, ya son tres.
ZLATAN. Quién diría que aquel jugador espigado y de nariz prominente de Sport Coopsol se convertiría en el goleador aliancista con siete goles en la Copa Libertadores 2010. Luego de un paso horrible por el fútbol ucraniano y belga, José Carlos Fernández decidió volver al Perú y nada menos que para defender al club de sus amores, Alianza Lima. El año pasado no tuvo mayor continuidad en el equipo "grone"; sin embargo, este año, sus buenas actuaciones en la Libertadores y su buena producción goleadora lo llevan a ser uno de los mejores jugadores del mencionado torneo internacional. Otro "blanco". Uno más. Ya son cuatro.
Ese conocido juego pícaro, pistero, que gusta al hincha, lo aprendieron muy bien estos cuatro jugadores. Se cambiaron de piel y se forraron de humildad. Convivieron con el hicnha y comprendieron lo que realmente significa ser querido. Y es que, el color de la piel es lo de menos. Lo que prevalece es el corazón y el sentimiento que pongas al luchar cada pelota. El querer siempre ver a esa hinchada, a ese Comando Sur, gritandonte en la cara "Corazón Alianza Lima, corazón para ganar". Ellos, con sus goles vistieron al estadio de Matute en un teatro donde no paraban los aplausos. Supieron ser uno más del pueblo.
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