Viento fuerte. El necesario para ser un ciclón. Con él arrastra sentimientos, gritos, jugadas, goles. Corona su envestida con chances de gloria. Con once que se resumen en tres nombres. Un habilidoso que se cansó de hacer bailar el balón sobre la pista de juego. Otro que va para adelante esquivando adversidades por doquier. Y un definidor que si perdona es compasivo. Manco, Ascoy y Tejada. Los tres mosqueteros del norte encendieron la flama del triunfo ante Alianza, le dieron esperanza al pueblo chiclayano y se metieron en la pelea por lograr su pase a la segunda fase de la Copa Libertadores.
UNO NO ES NINGUNO. Pitazo inicial dado por el árbitro brasileño Simon. La pelota rueda sobre el plástico del Elías Aguirre. Aurich sale con todo en busca del gol tranquilizador y Alianza a esperar el error del rival. El ciclón no termina de pararse en el campo y Wilmer Aguirre aprovechando el grueso error de la defensa chiclayana levanta la cabeza, mete el centro hacia atrás y Joel Sánchez dice que no por gusto son la sensación de América. 3 minutos del primer tiempo. 1-0 gana Alianza. Aquel gol levantó el polvo y convirtió el suave viento en un verdadero ciclón. El balón pasa por los pies de Ciciliano, lo acaricia hacia Manco y este que saca del sombrero una regla, mide milimétricamente la distancia y sede hacia Roberto Guizasola, quien a la velocidad de la luz entra al área, amaga a Solís, -confirmando su apelativo de “duro”- tres deditos y a cobrar. 24 minutos. 1-1, Aurich no estaba muerto, estaba de parranda. Idas y vueltas, disparos errados e intentos huérfanos. Hasta que apareció él. El que no podía faltar en una noche rojiza, con faena y potencia. Tiro de esquina cobrado por “Zizou” Ciciliano, al corazón del área y “King Kong” Tejada de fuerte cabezazo dice que él es el goleador de la Copa y que venga Estudiantes. 43 minutos. Chiclayo es una fiesta. Aurich le ha volteado el partido al “invencible” Alianza. Pitazo y al descanso.
GOLAZO Y A SOÑAR. Con un Alianza mentalizado en lograr el empate, de no perder el invicto y embarrar la gloriosa campaña que ha cumplido, comienza la segunda mitad. Un Aurich apagado, distinto al del inicio, espera en su campo como para matar al rival con un as bajo la manga. La velocidad de su ataque. Con Guizasola y Manco por derecha, y Ascoy por izquierda. Arriba un monstruo, Tejada. Así llegaría el tercero del ciclón. Lápiz y papel para tomar nota de cómo se debe generar un contragolpe. Pica Ascoy ante un largo pase, sede al medio a Ciciliano y este sin mirar y como de memoria sirve a Manco, quien remata cruzado y a cobrar. El grito de un “Rei” sentimental, que no se guarda nada, con bronca y euforia. 58 minutos. 3-1 gana Aurich. Montaño salta al campo. Lo mismo que Ovelar. Costas apuesta todo hacia el empate y casi lo consigue. Cabezazo de Ovelar luego de un tiro de esquina y el balón roza las redes. Se escucha un grito “victoriano”. Ese grito casi escapa de Matute, aterriza en Chiclayo y revienta las graderías del Elías Aguirre. Jugadón de Montaño que alude rivales sin pedir permiso, remata fuerte y Morales que con la uña pone calma. Arremetidas y manejo de balón de Alianza pero el más burro, sin un pelo de tonto, se encargó se colocarle la cereza al juego. Media cancha. Ascoy coge la redonda, la pisa, se la muestra a Prado, pica, se saca a uno, dos, tres, se mete en el área, levanta la cabeza y pone el balón en la esquina superior del pórtico. GO-LA-ZO. Como para ponerle sello y nombre propio. Para grabarlo, mandarlo a Europa y jugar en el Chelsea.
Ahora queda nada más que no pestañear. Salir a matar y vencer todo obstáculo que se presente en el camino. Para Aurich el camino está lleno de piedras, pero puede lograrlo jugando a lo que sabe. Apelando a su ofensiva. Imperdonable. En cambio, Alianza le sobra un triunfo ante Bolívar en Matute y adentro. Que no sea un simple paseo, sino un viaje sin retorno.
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